Si te vas a trastear o estás buscando una nueva opción para tus ventanas, debes saber que los paneles japoneses son una excelente opción. Se trata de estores o paneles puestos de forma vertical y sujetados por rieles que aportan elegancia y modernidad a tu hogar. Conoce todos los detalles de esta alternativa decorativa.
Dan elegancia a tus espacios. Son modernos. Prácticos y fáciles de instalar. Aportan un estilo diferente y oriental. Mayor entrada de luz natural. Una opción atractiva y encantadora. Se adapta a cualquier estilo decorativo. Totalmente regulables para que elijas la cantidad de luz que quieres que entre. Puedes personalizar el ancho en el que quieras tus paneles. Fácil limpieza, pues puedes lavarlos en casa. También sirven para separar ambientes.
- Ten en cuenta que para usarlos debes tener grandes ventanales, preferiblemente que vayan de techo a piso. Aunque puedes usarlos en ventanas más pequeñas, no lucirán de la misma forma y perderán su encanto.
- Escoge una tela suave y de fácil mantenimiento como el lino, algodón o poliéster.
- Ten claramente presente las medidas del largo y ancho del espacio antes de comprarlos.
- Elige el nivel de opacidad que quieres: opaco, semi opaco, semi traslúcido o traslúcido.
- Decídete por un color adecuado como los que te recomendamos más abajo.
- Aunque pueden ir en cualquier espacio, ubícalos en la sala, el comedor o la habitación principal para que luzcan como debe ser.
Existen paneles de todos los colores, pero para que tengas espacios tranquilos y amenos, debes elegir los tonos claros como el blanco, beige, gris claro o camel. Estos colores además de ser acogedores, brindan total modernidad y elegancia a tu casa. Aunque también haya toda clase de diseños en este tipo de cortinas, lo mejor es que optes por un solo color o un diseño muy sutil.
Mira estas opciones:
- Panel camel: un tono bastante cálido.
- Panel blanco: un clásico ideal para cualquier espacio.
- Panel nácar: un tono sutil y acogedor.
No dejes que niños y mascotas jueguen con el cordón de manejo para evitar un daño rápido. Quita el polvo que se acumula una vez a la semana con aspiradora o un paño. No los limpies con productos abrasivos. Si tienen manchas, limpia con una bayetilla o esponja suave, humedecida y con un poco de jabón neutro. Lávalos en agua fría con sal y vinagre blanco para mantener su color.
